La madurez profesional es un conjunto de características relacionadas con la experiencia profesional. Los niveles de madurez de un colaborador no están relacionados con su edad, sino con el dominio del conocimiento y el rendimiento en el entorno laboral. Los cuatro niveles de madurez de un colaborador se definen como:
M1 - bebé
No importa la edad ni el tiempo de experiencia, el profesional que acaba de ingresar a la empresa o es muy nuevo en determinada función necesita más acompañamiento. En este caso, el papel del líder es enseñar la cultura de la empresa y cómo funcionan todas las cosas, actuando como un gestor cuidador.
M2 - niño
En este nivel de madurez, el colaborador aumentará su conocimiento de la empresa y adquirirá habilidades técnicas, aunque aún no tenga autonomía. El profesional ya comienza a caminar solo, pero aún necesita un seguimiento cercano. Para el gestor, es importante evitar hábitos antiguos y actuar como un entrenador.
M3 - adolescente
Ahora el profesional ya puede realizar sus tareas de manera independiente y tiene más autonomía, ya que ha desarrollado mejor sus habilidades técnicas. Aquí, el papel del gestor es ofrecer apoyo cuando el empleado lo necesite y darle espacio para que comience a actuar de manera más independiente.
M4 - adulto
En este nivel de madurez, el profesional tiene la habilidad técnica y la madurez para tomar decisiones frente a desafíos y problemas, además de la capacidad de definir las prioridades de sus tareas. En este caso, el papel del líder es el de un gestor mentor, que, además de los seguimientos puntuales, acoge innovaciones sugeridas y propuestas de mejora de procesos.
Al implementar este proceso de madurez profesional, la empresa podrá formar un equipo de profesionales independientes, capaces de enfrentar desafíos inteligentes y generar más productividad para la compañía.
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